miércoles, 3 de noviembre de 2010

En el asunto de los ovnis siempre estamos en el filo que separa la verdad del fraude, no solo en el caso de ovnis, sino en la mayoría de lo que llaman MISTERIOS o ENIGMAS. Detrás de una foto puede haber un montaje y simular lo que la foto muestra. Todo eso atenta contra el investigador de "corazón", que busca entender en el fuero interno aquello que anda suelto en sus genes, que molesta, porque obliga a prestar atención y cuando a veces logra safar de esa "droga" una noticia radial, impresa, o televisiva lo dirige nuevamente a esa condición de insertidumbre, deja de transitar por lo rutinario de la vida para introducirse en el mundo de lo que nos esconden siguiendo directivas precisas. El resultado es siempre el mismo, dudas, incredulidad, especulación con los echos y emisión de hipótesis descabelladas y descalificaciones más desacabelladas aún. Estábamos, con mi nieto de 11 años viendo unas fotos de los llamados Chemtrails, nombre enigmático para llamar a las estelas de condensación de los aviones reactores, que no son nubes altas a 10000 metros de altura y no se codifican en meteorología.

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